Durante la infancia la
patología ginec ológica es infrecuente, pero las más comunes son la
vulvaginitis, las sinequias vaginales y las malformaciones. La inspección de
los genitales externos y la palpación de las mamas siempre deben formar parte
de la exploración física sistemática realizada por el ginecólogo pediatra. Es
necesaria también la detección de cualquier anormalidad en la configuración
externa de los genitales y del himen pues muchos errores diagnósticos se
originan por la omisión de la exploración.
En la adolescencia la
menstruación es la alteración ginecológica más frecuente. La edad media de la
primera menstruación es de 12 años, por lo que las alteraciones del ciclo serán
la causa más frecuente de consulta, tanto por exceso como por defecto. La
incidencia real es desconocida pero alta, pues estas alteraciones del ciclo se
relacionan con ciclos anovulatorios que constituyen del 55 al 82% de todos los
ciclos en los primeros dos años tras la menarquía.
• Las alteraciones del ciclo por
exceso –hemorragia uterina disfuncional (HUD)– producen sangrado, por su
intensidad o por su persistencia en el tiempo, puede dar lugar a anemia e
incluso necesidad de transfusión.
La HUD se debe a ciclos anovulatorios
en los que el estímulo de los estrógenos (E) sobre el endometrio sin la
oposición de la progesterona (PG), hace que éste prolifere desordenadamente.
Lotípico son fases de amenorrea de 2-4 meses seguidas de sangrado abundante
durante 3 o 4 semanas.
•En las alteraciones por defecto
–amenorreas– lo importante es diferenciar si se trata de una patología orgánica
o un retraso constitucional, o si es secundaria a enfermedades sistémicas o
endocrinas. Se habla de amenorrea primaria ante la ausencia de menarquía a los
14 años acompañada de falta de desarrollo de los caracteres sexuales secundarios
o a los 16 años, si éstos se han desarrollado adecuadamente. La amenorrea
secundaria es la ausencia de menstruación durante 6 o más meses en una joven
que ya la tenía, habiendo descartado gestación.
El dolor menstrual es
frecuente en la pubertad, es uno de los motivos de mayor frecuencia. El
problema diagnóstico estriba en discernir si estamos ante una dismenorrea
(dolor menstrual) primaria o secundaria.
•La dismenorrea primaria se presenta
en ciclos ovulatorios, después de 6 a 12 meses de la primera menstruación
(menarquia), cuando la ovulación empieza a regularizarse. A los 12 años es de
40%. Aumenta entre los 14 y 16 años y su máxima incidencia es entre los 17-18
años (70%). El dolor es espasmódico, más intenso en la pelvis, que puede
irradiarse hacia atrás y los muslos. Se inicia unas horas antes de la
menstruación y alcanza su pico en el primer día de la regla. El cuadro puede
durar desde unas horas hasta 2-3 días y se acompaña de nauseas o vómitos (89%),
astenia (85%), diarrea (60%), mareo, cefalea (60%).
•En la dismenorrea secundaria, el
dolor es más continuo, persistente y sordo, y va en aumento durante el periodo
menstrual. Las principales causas de dismenorrea secundaria (endometriosis,
enfermedad pélvica inflamatoria, adenomiosis, etc.) son infrecuentes en la
adolescencia.
Actualmente, se acepta
que la dismenorrea se produce por un incremento anormal de la actividad uterina
debido a un aumento en la producción de prostaglandinas en el útero
concomitante con la caída de los niveles de esteroides ováricos en el momento
de la menstruación.
Respecto a la vacuna
HPV en la pubertad , los primeros estudios clínicos sobre la vacuna contra el
Papiloma Virus se realizaron en mujeres de 9 y 26 años demostrándose la
inmunogenicidad y la seguridad.
La ventaja de
administrarla antes que la joven haya tenido relaciones sexuales es que nos
garantiza que nunca ha estado expuesta al virus por lo que su capacidad de
protección va a ser mayor. Si se administrara en la mayoría de edad, un
porcentaje muy alto habrían estado expuestas al virus, por lo que la protección
no sería del 100%.
Respecto a la vacuna,
aún no se conoce el nivel de anticuerpos provocados por la vacuna años después
de su administración. Por eso no se sabe aún si se administrará dosis de
recuerdo a lo largo de la vida adulta o persistirá un nivel de anticuerpos
suficiente para mantener la protección. Los efectos adversos fueron leves y
similares a aquellos que aparecen con la mayoría de las vacunas, tales como
mareos, síncopes y reacción local.
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